jueves, 22 de octubre de 2009

Recomendaciones respecto del tratamiento mediático de información


* Fragmento extraído del libro: Género y sexualidades en las tramas del saber. Capítulo 4, Comunicación, genealogías e intervenciones en torno al género y la diversidad sexual. Autora, Silvia Elizalde.



Recomendaciones respecto del tratamiento mediático de información que involucre cuestiones relativas a las identidades y expresiones de géneros y orientaciones sexuales, en sus múltiples cruces con la desigualdad económica y otras distinciones culturales:




1- Cuestionar los estereotipos que el sentido común establece en relación con la desigualdad y las diferencias haciendo visible que las imágenes binarias, construidas a partir de rasgos asignados a mujeres y varones como características constantes, atemporales e a históricas de “lo femenino” y “lo masculino”, se basan en procesos ideológicos. Esto aludo no solo a las imágenes respecto de los géneros sino también a situaciones que involucran lo etario, lo étnico, lo familiar o los roles laborales.
En la medida en que los estereotipos son usados para afirmar la aparente regularidad de una situación, limitan a los sujetos a un espectro restringido de actuaciones, acciones o profesiones que luego se naturalizan como “lo real”. Por ejemplo cuando se restringe las prácticas de colectivos identitarios trans al espectáculo o la prostitución; ocurre algo similar con los estereotipos del gay peluquero o decorador, la lesbiana deportista y el o la afrodescendiente bailarín o bailarina.

2- Evitar los abordajes que plantean “las dos campanas del problema” y ponen en igualdad de posición los prejuicios y enunciados discriminatorios con los no discriminatorios. Este tipo de tratamiento periodístico desconoce que no se pueden considerar, las aseveraciones a favor de la discriminación y exclusión del género y la diversidad sexual y los enunciados antidiscriminatorios como enunciados igualmente válidos y atendibles para la deliberación de una opinión pública democrática. Es frecuente que, como justificación a este enfoque, se recurra a la “teoría de las dos campanas” o al imperativo de una búsqueda de una cobertura mediática lo más “objetiva” y “ecuánime” posible. En el mismo sentido se deben enmarcar los debates con la Iglesia Católica en el plano político (por ejemplo, en relación con la despenalización del aborto), ya que esta institución debe ser considerada como un agente de lobby e intervención en este campo. Los abordajes sobre temas discriminatorios se deben contextualizar siempre en el marco de los debates sobre el acceso a derechos humanos y no presentarlos como meros “intercambios de opiniones”. Tanto la supuesta objetividad como la teoría de las dos campanas sostienen y legitiman ideológicamente la desigualdad de clase, la criminalización y la represión de los individuos y colectivos involucrados.

3- No desconocer ni descuidar aspectos sociales, culturales y políticos más amplios en las coberturas de las historias personales, para evitar las presentaciones naturalizadas de las identidades de género y las orientaciones y prácticas sexuales no normativas, bajo la forma de “perfiles” o de notas de color o “pintorequismo”. Estas naturalizaciones no sólo invisibilizan sino que impiden la discusión colectiva sobre las condiciones en las que estas identidades se producen (pobreza, explotación, persecusión, exclusión).

4- Tratar como prácticas discriminatorias los gestos, epítetos o comentarios burlescos o injuriosos producidos por miembros de la industria del espectáculo, el deporte o por celebridades que suelen justificar sus enunciados excluyentes al considerarlos dentro de sus contextos particulares. Se debe recordar que es parte de la responsabilidad periodística contextualizar las prácticas discriminatorias aunque gocen de popularidad o aceptación por las situaciones en las que son producidas y consideradas como “excepcionales” o incluso “triviales”, cuando en realidad constituyen acciones que deben discutirse en el marco político de sus efectos ideológicos.
(Caso Maradona en conferencia de prensa. Los medios si bien denostaros sus comentarios, no profundizaron en criticar el contenido discriminatorio y peyorativo de sus expresiones que referían a una orientación u acto sexual homosexual como conducta condenable, insultante y descalificante del destinatario de su agresión. ¿Qué impacto tiene esto sobre los imaginarios sociales teniendo en cuenta la popularidad de la figura de este mundialmente conocido jugador de fútbol? ¿Cuántos casos de discriminación se dieron en el mundo del fútbol ante orientaciones sexuales no normativas o cuestiones de índole racial (caso del referí que paró el partido)? ).


5- Considerar las designaciones discriminatorias como tales, señalarlas críticamente contra el carácter extendido y naturalizado de su uso cotidiano.

6- Consultar con los movimientos contra la discriminación y la represión o con los colectivos involucrados cuando se informa sobre historias, experiencias o situaciones relacionadas con personas pertenecientes a esos grupos. La inclusión de estas voces no solo colabora con la riqueza y la complejidad de la información (es habitual que en el periodismo contemporáneo se consideren como “expertos/as” a llos/las activistas de los distintos movimientos políticos) sino que permite situar la creciente supremacía que tienen los agentes de gobierno (ministerios, secretarías de Estado, etc), empresas y corporaciones, en la producción de opinión pública como legitimación de modos de autoridad y hegemonía.

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